Historia de la costura

La historia de una pionera de la alta costura: la marca Singer

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Singer introdujo la máquina de coser en los hogares ya en la década de 1860. Cómo se ha escrito la historia de la famosa marca a lo largo de las décadas?

Una rápida mirada retrospectiva.

Debut del cantante

La máquina Singer ha cambiado mucho a lo largo de los años. Puede que tus abuelos tuvieran una de estas viejas máquinas del pasado, tan grande como un mueble, tan pesada como un yunque y tan bellamente decorada como un jarrón vintage.

Mueble antiguo / Máquina de coser SINGER

Muy lejos de la máquina ligera, electrónica y principalmente de plástico que ahora se encuentra en nuestras mesas de costura.

Hay que remontarse casi dos siglos atrás para llegar a los orígenes de la máquina de coser, imaginada por el sastre francés Barthélemy Thimonnier en 1830.

Y esperar otros veinte años para cruzarse con Isaac Merrit Singer, el fundador de la famosa marca. Este hijo de herrero era un apasionado de las máquinas, con las que jugueteaba e intentaba mejorar.

Esto es lo que decidió hacer con la máquina de coser industrial Lerow&Blodgett. La modificó instalando una aguja recta en lugar de una curva. Diseñó un pedal para manejar la máquina e inventó un prensatelas que seguía la forma de la tela.

El 12 de agosto de 1851 registró la patente de esta nueva máquina, patente que le acarreó varios litigios sobre derechos de autor, en particular con el inventor Elias Howe. Estos problemas no le impidieron fundar unos meses más tarde su propia empresa, IM Singer & Company, con el abogado Edward C. Clark.

¿A quién ofrecerían los dos hombres las máquinas? A los sastres de Nueva York, que trabajan a mano, no les interesan. Consideran que la máquina de coser es un competidor que podría dejarles sin trabajo al automatizar la cadena de producción.

Singer y Clark dirigieron su atención a otro grupo objetivo: las mujeres, que veían en esta herramienta una forma de aligerar la carga de confeccionar ropa para toda su familia.

Las primeras máquinas se vendieron a 100 dólares cada una.

Antigua máquina de coser Singer

El increíble ascenso de la máquina Singer

En 1953, la empresa cambió su nombre por el de Singer Manufacturing Company.

Fue un gran éxito y se abrió un centro de producción en Nueva York. Singer fue una de las primeras marcas en abrir franquicias en todo el mundo. Por ejemplo, en París, donde la empresa se instaló en 1855 tras la Exposición Universal de París (donde una de sus máquinas ganó el primer premio), luego en Inglaterra, Escocia y Japón…

Singer fue también una de las primeras multinacionales de la historia de la industrialización y la primera empresa en deslocalizarse. Empezó a trasladar la producción a Escocia en 1867, donde la mano de obra era más barata que en Estados Unidos.

Clark y Singer se dieron a conocer rápidamente por sus técnicas de venta y sus innovadoras estrategias de marketing, que les permitieron vender cada vez más máquinas.

Sus vendedores se instalan en la calle, van de puerta en puerta y hacen demostraciones de sus máquinas para mostrar cómo funcionan y animar a los transeúntes a comprar una para su casa.

Los dos hombres idearon también un sistema de crédito, común hoy en día pero bastante revolucionario en aquella época. Permitía a las familias comprar uno de sus propios aparatos sin contraer deudas.

Isaac Singer murió en 1875 a los 63 años, pero su socio Edward Clark se hizo cargo de la empresa.

Las ventas no cesaron: en las dos últimas décadas del siglo XIX se vendieron más de 500.000 máquinas al año. En Francia, ocho de cada diez hogares tenían una máquina de coser.

Y una nueva innovación volvió a revolucionar el mercado. Con la invención de la electricidad y su uso generalizado en los hogares estadounidenses, The Singer Manufacturing se adaptó a los tiempos. La primera máquina de coser eléctrica se fabricó en 1881.

¡Omnipotencia!

Nada parecía poder detener a la marca. El primer edificio Singer se erigió en el 149 de Broadway, en Nueva York. 47 plantas para un rascacielos de 186 metros de altura, símbolo de su poder y expansión.

Nada pudo detener a la marca excepto la Segunda Guerra Mundial, que paralizó la producción de máquinas de coser. Singer participó en el esfuerzo bélico y sus fábricas empezaron a fabricar armas. La producción normal se reanudó en 1946.

Los gloriosos años treinta cambiaron el panorama económico mundial y propiciaron el surgimiento de nuevas marcas procedentes de Japón y Europa que competían con Singer: Bernina, Pfaff, Viking, Brother…

Era hora de cambiar, y la Singer Manufacturing Company, cuyo nombre se había simplificado a Singer Company, decidió diversificarse. Para ello adquirió otras empresas, como Packard Bell Electronics y Link Flight Simulation.

Singer ya no es sólo sinónimo de máquinas de coser, ahora también fabrica frigoríficos, televisores e incluso apoya el programa Apolo de la NASA. En 1975 lanzó la Athena 2000, la primera máquina de coser electrónica de la historia.

Luego la espiral descendente…

Pero hay muchas dificultades. Con la llegada del prêt-à-porter y la ropa producida en serie, las máquinas de coser ya no son tan atractivas para los compradores como antes. Los hogares están dejando de coser.

Los años 80 fueron difíciles y Singer vendió varias de las marcas que había adquirido en décadas anteriores.

En 1999, Singer quebró y fue adquirida por Kohlberg & Company. Siete años más tarde, en 2007, esta empresa matriz adquirió las marcas de máquinas de coser Husqvarna y Pfaff. El grupo pasó a denominarse SVP.

En la actualidad, su sede central se encuentra en Hamilton (Bermudas). Singer sigue siendo una de las marcas de máquinas de coser más famosas del mundo.

Foto de archivo de Singer saliendo de la fábrica.

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